miércoles, 2 de mayo de 2012

Arribando a Júpiter:

Entre secciones de piel y reflejos a contra luz, hacer feliz al individuo que amas es fácil y sublime, el sabor a cielo de sus labios y el olor a café en sus cabellos hace el camino perfecto para amarle por completo, de manera que, no hay más que decir que es parte de ser yo mismo. Punto y comienzo, a punto de mármol cuando la perfección le hace ensayo a un beso de extrema duración y de maravillosa ejecución hace que la vida, la placentera vida, me llene de alegría y haga que la felicidad dure más de lo habitual, por eso, he decidido amarle más seguido y de una única manera, es decir, como siempre.

El aeropuerto de su cuerpo brillante más brillante que siempre, el piloto de mis ojos inspeccionando como nunca jamás lo habían hecho demuestran mis ansias de robar un boleto con escala en su boca; De corta pasión he llegado a punto de nieves y obligatorio, dormir la tripulación hasta el próximo vuelo.

Llegando al aeropuerto central "cóncavo" de Júpiter; Entonces, he despertado y en el área convexa hacer infinitos hizo falta, plasmar en el pavimento lo maravilloso de estar pisando tierra extraterrestre, y bueno, ahí donde encontrar escasas ganas de quedarte es imposible y es bien recibido el inmigrante con visa de residente, para hacerle a la sociedad un cambio armónico y no dañar la capa de ozono.

Manera, de manera que, en forma de, situaciones que, todo en forma de conectivos administrando palabras que no tienen dueño sino participantes, donde la lengua no es el castigo del cuerpo, los labios son parte del olimpo, el roce es perfección a dos manos y los ojos son perpetua alucinación de un viejo conocido en busca de alfajores y menta, dulce y fresco, nada que ver con otras situaciones, después de muchas la velocidad del avión no movió mis mejillas con el viento sólo me aferré al asiento y disfruté el vuelo.

"Vuelo 401, Júpiter Airways"

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